La fascinación con las telenovelas latinoamericanas es mundial. Cada día, a lo largo y ancho del mundo, hombres y mujeres de diversas clases sociales, edades y culturas se sientan frente a su televisor a mirar estos melodramas. Soy una mujer latinoamericana, por lo tanto, las telenovelas nunca me fueron ajenas. También soy profesora en la academia norteamericana. Desde 1999 las telenovelas son mi objeto de estudio.
mayo 15, 2007
Mundo de Fieras en Belgrado
Ayer llegué a Belgrado, capital de Serbia. Una ciudad que apenas hace 10 años fue bombardeada por la OTAN como medida de presión para salir del dictador y genocida Milosevic.
No la conozco bien todavía. Puedo decir, sin embargo, que tiene la belleza de las ciudades europeas y las marcas de su particular historia de transiciones: de Yugoeslavia a Serbia y Montenegro...a Serbia nada más.
Es un mundo diferente al que conozco y, sin embargo, tan parecido a la vez. Hay algo aquí que me recuerda a mi Caracas. No sé si es que hay un cierto caos en el tráfico, algo de improvisación en la Universidad que nos ha invitado, que el café es riquísimo o que está haciendo calor. El hecho es que no me siento totalmente extraña aquí.
Y menos cuando prendí la TV de mi habitación. Tengo cable y, en consecuencia, a CNN y la BBC, compañeras infaltables de los que viajamos y necesitamos noticias aunque sea en inglés. Pero también tengo dos canales que pasan telenovelas mexicanas practicamente todo el día. Ayer vi un poquito de Mundo de Fieras y sentí, una vez más, lo que sentimos los latinos que vivimos lejos cuando vemos una telenovela en algún rincón del mundo: nos es familiar y la entendemos. Porque nosotros los latinoamericanos "sabemos" la telenovela de una manera única. Y cuando estamos lejos a veces no nos importa si esa telenovela nos gusta mucho o no (a mí esta versión de Mundo de Fieras realmente NO me gusta), lo que nos importa es lo que sentimos cuando vemos ese melodrama en la pantalla de una ciudad lejana como Belgrado.
Siempre es, también, emocionante ver a nuestros compatriotas en la pantalla de una TV remota. Y allí está Gaby Espino demostrando que es capaz de trabajar en cualquier país, hasta en el dificilísimo y ultra nacionalista México. Y recordándome a mí lo mucho que ocurre tras bastidores en una telenovela, lo distorsionado que puede ser el recuento que nos da la prensa y, en consecuencia, lo equivocada que es a veces nuestra percepción como público.
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