Hoy hace cinco años el gobierno de Hugo Chávez no le renovó la concesión a RCTV. Y lo cerró.
No me gusta ni santificar ni satanizar, son extremos que no conducen al análisis. RCTV era una empresa mediática como todas. Se debatía entre lo comercial y la responsabilidad social. Producía con variable calidad, ocurrían allí cosas buenas y no tan buenas. Hizo historia, fue escuela, formó talento, y también lo despidió muchas veces injustamente. Y, hay que decirlo, en los meses antes de su cierre sus telenovelas perdían contra las de Venevisión.
Pero la medida del gobierno tuvo un solo motivo: callar una voz opositora que hablaba con volumen alto.
Y amedrentar.
Hoy nuestra televisión no es mejor de lo que era hace cinco años. Nuestra industria de la telenovela ha sufrido de manera particular:
- Se redujo, literalmente, a la mitad.
- Se produjo un éxodo de talento a otras latitudes.
- Al no tener un competidor en igualdad de condiciones, las telenovelas de Venevisión ya no tienen el engarce con el público, el riesgo y la inversión de hace cinco años.
- Venevisión ha ido absorbiendo el talento de RCTV y lo ha puesto a trabajar. Y, en menor grado, así también lo ha hecho Televen. Eso se agradece y se aplaude.
- Sin embargo, una vez que un canal ha visto cómo a otro lo cierran, la urgencia por sobrevivir se traduce con frecuencia en autocensura. Así ha sido con Venevisión y Televen.
Hace cinco años, toda Venezuela perdió. Y no nos hemos recuperado.