Todos los que trabajan en telenovelas lo dicen: hacer telenovelas es una labor de equipo. Sin embargo, en mi trabajo de investigación encuentro frecuentemente que el público no lo entiende así y tiende a personalizar los fracasos y los éxitos, y lo que les pareció bien hecho o no. Por ejemplo, en Venezuela la tendencia es a atribuirle el "éxito" o "fracaso" al escritor o escritora y/o a los actores protagonistas. En México se le atribuyen al productor o productora y/o a los protagonistas. Estas tendencias no son exclusivas del público, ya que también las notamos en la prensa de espectáculos.
Los años que llevo estudiando cómo se hacen las telenovelas me han enseñado que, efectivamente, el producto final depende de un equipo grande y variopinto: escritores, actores, equipo de producción, directores, vestuario, arte, escenografía, edición y post-producción. También he sido testigo de que todo ocurre a un ritmo vertiginoso. Al final, lo que sale al aire es realmente una versión de lo que fue escrito en el libreto.
Hoy traigo un ejemplo en el cual se hizo el esfuerzo de producción, actuación y dirección para ajustarse al libreto debido a la importancia de las escenas y, sin embargo, lo que salió al aire se alejó de la intención del libreto (y del esfuerzo de producción) debido a una edición descuidada y/o apresurada del material grabado.
Contexto: Las escenas constituyen el final del Capítulo 116 y principio del Capítulo 117 de la telenovela venezolana La Vida Entera que tuvo un total de 120 capítulos. Las escenas son previas al esperado enfrentamiento entre Olimpia Duque (Beatriz Valdés) y su esposo Napoleón (Gustavo Rodríguez), luego de que éste develara públicamente que Olimpia le ha sido infiel por años con su rival profesional: Facundo Montoya (Carlos Mata). Olimpia ya está en la casa cuando llega Napoleón con su hijo Salvador (Jorge Reyes).
Puedes leer las escenas, las cuales están escritas para que el final del capítulo 116 y el principio del capítulo 117 nos cuenten los mismos dramáticos acontecimientos, pero desde puntos de vista distintos. (Notar material que he resaltado en amarillo en esos fragmentos del libreto).
Un sábado del pasado mes de mayo pasé muchas horas observando cómo se grabaron los diferentes planos que contarían la historia como estaba en el libreto. Dada la premura con que se viven las grabaciones de los últimos capítulos de una telenovela, el director Luis Alberto Lamata tomó la decisión de grabar los planos en el orden en que debían ser utilizados para así facilitar el ensamblaje y edición del material por parte del editor y que no ocurrieran confusiones entre los dos puntos de vista que el escritor había estipulado en su libreto.
A continuación la grabación de dos de esos planos. Uno previo a la caída de las santamarías y otro durante la caída de estas rejas. (Es importante notar que como la acción ocurría en uno de los pasillos internos de la mansión, era difícil para mí filmar la grabación sin molestar):
A pesar del tiempo que se le dedicó a la grabación de esta secuencia de escenas y al cuidado del director, en edición no se utilizaron la mayoría de los planos y los que se usaron fueron presentados en el orden incorrecto. El resultado: las santamarías cayeron en la mansión de la familia Duque, pero la edición eliminó la cualidad cinematográfica y la intensidad del drama que estaban en el libreto original. Una verdadera lástima.
Final Capítulo 116 (comparar video con el libreto):
Comienzo Capítulo 117 (de nuevo, comparar video con el libreto):
En conclusión: la telenovela es un trabajo de equipo y la probabilidad de imperfección cuando se produce a ritmo industrial son altísimas.