"Pero,
¿tienen química?"
Siempre
pregunto eso sobre la pareja protagónica cuando se empieza a grabar una novela.
La química—esencial para que una pareja funcione ante los ojos del público—
tiene mucho de atracción, pero también de comunión entre los protagonistas.
Cuando tienen química nos mantienen enganchados porque nos encanta verlos
juntos en pantalla y sufrimos con sus separaciones, las cuales soportamos solo
porque sabemos que en algún momento vendrá la reconciliación.
En la
química hay mucha física. Mejor dicho, físico. Son parejas que sizzle en la pantalla y “nos quitan el
aliento”, como me dijo una alumna en clase alguna vez. Las escenas de sexo son
fundamentales en eso. Algunas novelas las traen más explícitas y otras más
sugeridas. También pasan por el rango que une a lo romántico, lo sensual y lo
sexual. Pero allí están siempre.
(Ir a marca 5:22)
Pero, ¿qué pasa cuando la censura del país productor no permite escenas de sexo? ¿Es posible la química?
Es el
caso de las series turcas en las que tengo los ojos puestos últimamente. Del
sexo solo puedes mostrar un indicativo de que va a ocurrir y el poscoito. Además, mientras en América Latina (incluyo a
Telemundo en este término geográfico-cultural) se hacen novelas de escenas más
cortas y tramas más ágiles, en Turquía las series son de una lentitud que puede
ser pasmosa:
“…las
novelas turcas conceden gran importancia al diálogo gestual, de hecho, los
cámaras suelen regalarnos con intensos primeros planos que logran transmitir
gran dramatismo e intensidad a la historia. Las pausas reflexivas, a través de
los silencios, traen a la luz la tristeza o el arrepentimiento, mientras que el
continuo intercambio de miradas expresa el amor, el odio, la pasión, la
esperanza o la ilusión, elementos clásicos de las telenovelas románticas que en
Turquía son expresados en gran medida a través de estos gestos. Momentos
íntimos que son reforzados a través de la música, generalmente instrumental,
con temas sonoros de profunda raíz turca que acompañan en todo momento el
desarrollo de la trama” (Miguel Ángel, 2016)
Ando pensando en la química porque después
de años estudiando telenovelas en las cuales he encontrado parejas épicas e
inolvidables, me tropiezo con una pareja impresionante en la serie turca Kara
Para Aşk: Elif y Ömer,
interpretados por Tuba Büyüküstün
y Engin Akyürek. La Web está repleta de videos sobre ellos. Los personajes tienen
una de las químicas más poderosas que yo haya visto. Construida, sí, con el
discurso visual y gestual que caracteriza a las series turcas y partiendo del
piso sólido de unos personajes bien diseñados en la escritura, pero llevado a
la perfección por los actores.
Viéndolos sentí que las escritoras pasaron trabajo para separarlos y
crear la necesaria tensión en su historia. Emocionalmente la “signorina” y el “komiser” eran realmente inseparables. Podían separarlos
físicamente—ella en la cárcel o él en coma, luego de recibir varias balas—pero
emocionalmente se acercaban aún más. Y
cuando las guionistas forzaban esa barra, como ocurre hacia el final de la
serie, uno lo siente irreal o que las escritoras han traicionado a los
protagonistas. Es la química concebida como comunión, la que se construye a punta de maneras de acariciar al otro con la mirada, las lágrimas y la sonrisa. Es la química que va más allá del
fuego de los besos y el sexo.